miércoles, 21 de abril de 2010

RING-RING



El día que no suena el despertador, es un buen día, a no ser que tuvieras que hacer algo importante, en cambio hoy era uno de esos día en los que uno tiene sus obligaciones pero que los deja de lado. Te despiertas con una tranquilidad, con un sosiego, te preguntas, ¿para qué voy a tener prisa si ahora mismo tenía clase de ética?

Me gusta mi cama, la sensación de estar reposado en algo que es más grande que uno mismo, es como aquel que sabe que la ley le ampara, descansa con tranquilidad y sueña con la siguiente palabra que va a decir.

Es curioso pero todos nos cabreamos o de lo temprano que suena el despertador o de lo tarde que te has dado cuenta de que está chillando para ti. Pero hoy, no hay cabreo, es un miércoles disfrazado de domingo, me alegro de no ser practicante y que la hora de la misa me estropee mis sueños diurnos. Porque bajo mi experiencia, los mejores sueños que tengo son los de la mañana que son lo que más se saborean, entre la realidad exterior y lo imposible en uno mismo. Una buena noche de descanso tiene que tener un sueño entretenido, de esos de los que nunca quieres escapar aunque seas consciente de que el deber te llama, ¡a la mierda el deber!

Y ahora, unas catorce horas después de que escribiera las palabras anteriores, y en el mismo lugar, mi lecho, puedo decir que no tiene poco o nada que ver, que suene el despertador o no, con la sensación que te deja todo el día, sin tener la certeza de que mañana, volverá a sonar de nuevo...o no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario