miércoles, 7 de diciembre de 2011

La ironía, Geertz y la descripción densa


La ironía, Geertz y la descripción densa
Por Bartolomé Antonio Cazorla Arévalo


La pregunta a la que vamos a responder a propósito de Geertz es: ¿es necesario que algún antropólogo tenga la necesidad de interpretar alguna situación cultural, o simplemente nos serviría una descripción fina de los hechos para saber realmente lo que ha ocurrido?
Para responder a esta pregunta vamos a aceptar que toda acción social es siempre intencional y no son sólo unos meros hechos causales. Además, asumimos -por influencia de Wittgenstein- que no existen lenguajes privados sino que son públicos. Éstas son dos nociones de las que también Geertz parte en su análisis de la interpretación de las culturas y que serán los supuestos fundamentales de nuestra línea argumentativa para responder a dicha cuestión.
El primer paso que vamos a dar es caracterizar la descripción fina como un resultado parecido al que tendría un observador que no interfiere en los hechos. Asimismo, esto podría ser ilustrado como una cámara invisible en medio de una acción. En filosofía analítica, esto es denominado el tercer ojo u ojo de Dios. Dejando a parte si es posible o no que un observador, por el mero hecho de observar, influya o no en la acción, vamos a proceder a mostrar una hipotética descripción fina de unos hechos:
El sujeto A entra en una habitación de cuatro metros de largo por tres metros de ancho por tres metros de alto, a la velocidad de un metro por segundo, acompañado de un sujeto B -a la misma velocidad-. Esa habitación tiene una temperatura de diez grados y una humedad del setenta por ciento. Ambos sujetos siguen con una trayectoria recta hasta el centro de la habitación. Una vez allí, el sujeto A da media vuelta, mira al sujeto B y dice “qué calor hace aquí” mientras se encoge de hombros, elevándolos dos centímetros.
¿Qué se entiende habitualmente cuando alguien lee la descripción fina anterior? ¿Realmente es lo que pasó, o es necesario añadir un contexto a esa descripción y unas intenciones a los hablantes?
Lo que se ha intentado mostrar en el ejemplo anterior es, dada una situación en la que alguien utiliza la ironía, si es necesaria o no una saturación de la descripción fina para entender realmente los hechos. La postura que vamos a defender es la existencia de determinados contextos en los que por la ambigüedad o falta de precisión de las intenciones de los hablantes y/o por la vaga saturación de un contexto es necesario recurrir a una descripción densa y no a una fina. Esto no quiere decir que siempre que haya un contexto en el que las intenciones de los hablantes intervengan necesariamente haya que recurrir a una descripción densa para clarificar los hechos, sino que hay unos contextos determinados -como la ironía- en los que sí es necesario.
A partir de esta idea y utilizando una descripción densa para definir los mismos hechos del ejemplo anterior, decimos:
Luna y Bartolomé entran juntos en la habitación de Bartolomé para poner un cuadro, lo que les llevará una hora. La habitación está muy fría y húmeda y Luna, que lleva un jersey rojo fino, no va muy abrigada. Dice “qué calor hace aquí” mientras sonríe de manera cómplice y se encoge de hombros mostrando que tiene frío.
Como se puede observar, la segunda descripción muestra de mejor modo que Luna ha proferido una ironía, y lo que realmente quería decir es que la habitación está fría. Con la descripción fina, aun pudiéndose dilucidar, nunca quedaría tan claro como con la descripción densa. Además, para finalizar, se puede sugerir que mientras más extraño nos parezca el contexto de la ironía, más difícil será distinguirlo en la descripción fina y más se necesitará una descripción densa.

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