jueves, 29 de noviembre de 2012

Devenir y Soledad


Un desengaño existencial es aquel momento en el que te das cuenta de que nada tiene sentido y te autoengañas con argumentos que sabes que no son convincentes. Aunque mi retorica no brille por su valía, un discurso que tiene más de terapéutico que de sensato busca en ultima instancia reparar esas heridas de las que no somos conscientes de que sangramos.

Hay un tipo de desarraigo que se produce por un torrente incontrolado de novedades, por un torrente de devenir tan brutalmente desconfigurador que te hace pensar que de todo lo que eras, ya nada queda; es  despertarse en un contexto que a simple vista comparte una estructura similar con el que estás familiarizado, pero que no te abriga del frío punzante de la soledad.

El mundo se ha vuelto loco. 

Sólo hace falta una pizca de inteligencia para que el terror hacia el mundo nuevo te lleve a una incompresión del mismo. Un desarraigo total, una inactividad que no está en tus pies sino en tu espíritu. No buscas fantasmas, no buscas cariño, sólo buscas comprensión.

En cierta forma, pensar que nada cambia en esencia es producto de una inactividad que se ha acostumbrado a no profundizar sobre la realidad misma. No soy médico, no prescribo recetas, a lo sumo diagnostico las afecciones del espíritu (sentimentales y sin pretensión de trascendente) -qué arrogante por mi parte, pero al menos más accesible que Heidegger-, aun así, no dudaría en inscribir lo que ya dijo en su día Schopenhauer y que la vida me confirma con cada golpe: la inteligencia nos hace más sensibles al dolor, y como seres dolorosamente conscientes, debemos saber defendernos sin trucos de superchería.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario