miércoles, 11 de septiembre de 2013

Sensibilidad estoica.

Mucho he pensado de la influencia de los estoicos en nuestros días. La latinidad, ese influjo que se entendió como una reinterpretación de lo griego erróneamente, nos ha marcado a lo largo de los siglos en occidente. No soy un experto de nada, y ello me hace pensar a que simplemente tengo una serie de prejuicos a la hora de cómo entiendo algo. Quizás, al hablar de los estoicos, esté hablando más de mí que de ellos.  Asumiendo esta posibilidad, uno se pregunta sobre qué es lo que vieron: Averróes, San Juan de la Cruz, Gracián, Nietzsche, entre otros, para interesarse y dejarse influenciar de forma decisiba por la figura de Séneca.

Se suele decir que <<aguantó estoicamente>>. ¿Qué queremos decir con eso? Aguatar supone un ejercicio de soportarr una fuerza, por muy pequeña que sea esta. Al especificar que es estoicamente, supone, según como entiendo dentro de nuestro uso habitual del leguaje que no es algo habitual, que goza de serenidad, de templanza.

La RAE, ese grupo de gente tan sabia, dice que el estoico es ese que  es "fuerte, ecuánime ante la desgracia". También dice que el estoicismo es "la fortaleza o dominio sobre la propia sensibilidad". El estoico, tal como lo entiendo, no es el racionalista que niega las emociones, las afecciones del alma como me gusta llamarlas, es algo más prufundo y complejo que eso. Quizás este sea el punto en el que ponga más de mi en ellos y quizás sea eje en el que gira nuestra amistad. El estoico es el que aun sabiendo que las emociones, las afecciones del alma: le afecta, le condiciona, le guía, le hace interpretar de una u otra forma, le anima, le paraliza, etc. Es capaz de vivir a través de ellas.

Es muy parecido a una reflexión del Profesor Pedro Cerezo que escuche en una de sus conferencias. Él hablaba del nihilismo y de cómo se puede hacer filosofía después de la destrucción masiva de las fuentes de sentido y fundamentación en los últimos dos siglos. Cerezo decía que la tarea de superar el nihilismo ha quedado fuera de nuestro alcance. El nihilismo todo lo puede, contra el nihilismo no podemos hacer nada, -porque nada es- añado. Dejomos de negar la desfundametnación del mundo para una vez asumido que nada vale, y por tanto todo vale, empecemos a construir a través de él. Mi argumentación es la misma y goza de un paralelismo increíble. Un gran sector del penamiento moderno, del cual somos herederos y deudores, ha caliificado a las emociones como ídolos que nos desvían del camino correcto del pensamiento (como si sólo hubiera uno les pregunto). El estoico aguanta a través de la emoción, porque comprende que todas sus razones son originales de sus afecciones. No se trata una relación de dependencia sino de emergencia. La razón sintiente de Zubiri y la razón poética de María Zambrano, esa razón rica de sentimiento que sabe andar por los nuevos senderos de la comprensión, ese aire de latinidad. 

Aguantar se aguanta, no negando la fuerza sino a sumiendola como parte constituyente de uno mismo, aprovechar la pesadez que crea para aligerar la vida, fluir desde el tormento -vacio desde su origen- hacia la calma, el equilibrio, la medida. Más lejos de la realidad somos pura reacción química en costante ebullición y si la reacción no se equilibra, o nos quemamos o nos quedamos muy fríos. Hay que comprender a los estoicos, parasaber aguantar lo que la vida nos apela. Quién sabe si un servidor no acaba sus días como su paisano Séneca. 

Frente a la profundidad de las olas, con mi querido hermano pequeño. Cádiz 2009.

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