Continuo con las palabras de la canción que atribuyo, no sé si erróneamente, al Chinato:
Tengo ronca el alma de quererte,
en esta soledad llena que me ahoga.
Tengo los ojos llenos de luz de imaginarte,
y tengo los ojos ciegos de no verte.
Tengo mi cuerpo abandonado al abandono,
tengo mi corazón tiritando de no poder tocarte.
Tengo la voz tosca de hablar con tanta gente,
tengo la voz preciosa de cantarte.
Tengo las manos agrietadas,
tengo las manos suaves en el cielo de acariciarte.
Tengo soledad, alegría, luz, tristeza...
Rebeldía, sabor, sonrisas y lágrimas....
Y también te tengo a ti preciosa caminando
por las venas con mi sangre.
¿Se lo dedicaría a la heroína que provoca el amor en tu vida? Pero esto señala a esa debilidad que nos hace todopoderosos: sin ella no tienes nada y la desintoxicación con metadona es larga y dolorosa. ¿Tiene razón Erich Fromm al volcar en la actualidad el ser en el tener? Esas dinámicas de dominio me agobian señores, arrojaros a la vida y disfrutar de ella mientras os sea posible -lo posible nace del querer que lo sea, como arriba señalé-, lo otro y lo de más allá, ya llegará.
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