Un apunte sobre las estrategias a
seguir frente al paro agrario reciente. Como bien sabemos el producto número
uno de exportación no son ni los lulos ni el café. Frente a esa realidad blanca
que mueve medio mundo y cuyos cimientos se encuentran en todos los segmentos de
la sociedad colombiana, dominadora sin duda de los feroces desequilibrios que
podemos encontrar en la sociedad civil, los campesinos deben replantearse una
radicalización de sus estrategias de actuación.
Si cortasen los puertos, si redujeran
a lo mínimo el tráfico marítimo que acaba en los puertos españoles y mexicanos,
Wall Street, el FMI, BCE, los parlamentos, petroleras y telecomunicaciones (sin
olvidar a Marichalar o Pocholo) se quedarán sin la energía que necesitan para
realizar sus labores, ya que el sabroso café arábico colombiano les parecerá
insuficiente. El problema de todo esto es que los campesinos colombianos serán
los seres más odiados de los tecnócratas mundiales, y desde el interior deberán
enfrentarse a la demencia del Gobierno, el Ejército y los Paramilitares. Las
contradicciones de nuestros días nos llevan a que las mismas personas que
cultivan nuestros alimentos, tengan que luchar para que comamos, mientras otros
tantos, esnifan la sangre de los inocentes para llenarse los bolsillos de especulación
y la boca de buenas intenciones.
Sin duda Colombia es un país de
contradicciones, unas contradicciones impuestas con la violencia más bárbara (o
quizás la más humana) por los intereses económicos. Una lástima el callejón sin
salida en la que se encuentran los lulos, las yucas o las papayas. La sangre
volverá a teñir nuestros alimentos.
Imagen: http://www.eltiempo.com/colombia/boyaca/IMAGEN/IMAGEN-13012123-2.jpg
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