Duelo de besos

Si un beso fuera espada,
me batiría en duelo
por tu mirada.
El deseo fragua el acero
con el que empuño
un trágico sueño,
en el que nos decimos:
"te quiero".
Y no será justa lucha,
porque a tu primera estocada,
yo me rendiría,
aunque quisiera combatir:
noche y día.

(nota: para todos aquellos psicoanalístas que tanta estima les tengo, no esperen buscar paralelismos entre esa mala poesía y algún estado de consciencia (o inconsciencia) o trauma. La poesía es palabra y las palabras pertenecen a este mundo).

Soy consciente de la pésima calidad literaria de ese poema, pero intento justificar su aparición con la siguiente reflexión. El beso es el arma que tiene el deseo de entrar en combate. Los besos no son cosa de uno, y como duelo tiene que tener cierta sutileza, (pre)visión y gracilidad como buen esgrimista. Los besos se pueden convertir en el mejor arma, para dejar paralizado a los corazones enamorados y quien sabe o entiende eso es porque en algún momento de su vida ha sentido como los besos contactan en los labios (lengua) pero que se siente en el vientre.