domingo, 20 de enero de 2013

Progreso, Memoria y Democracia.

Sólo puedo concebir el progreso bajo una idea: la no repetición de los mismos errores. En este sentido la ciencia tiende a tener un progreso porque en su mismo método incorpora el error. Hay una fuerte corriente de la filosofía contemporánea que critica la idea de progreso. No voy a entrar en ello, por el contrario, quiero hacer hincapié sobre un aspecto importante del progreso: la memoria.

Toda persona que defienda una idea de progreso, debe defender la memoria, si no recordamos por qué fallamos en el pasado, tenemos más facilidad de volver a fallar. Por ello, para no cometer los mismos errores uno debe conocer la historia, no debe intentar olvidarla como algunos sectores de la esfera pública pretenden. Es curioso como en España los mayores defensores del neoliberalismo, véase Esperanza Aguirre, tienen reparos a la hora de hablar de la Guerra Civil Española -la memoria histórica-. A mi juicio esta dinámica es errónea. Todo progreso debe fundarse en la memoria, pero sin embargo, el poder político se empeña en hacernos olvidar el pasado, incluso el más próximo. Sin duda, el Partido Popular se ha convertido en una caricatura de esta tesitura; sólo hay que ver lo que se decía hace dos años en la oposición y lo que dicen ahora. Lo del caso Bárcenas es de insulto a la inteligencia (y su memoria) de los ciudadanos. Llegado a este punto es lícito afirmar que todo discurso político como el actual, que se escude en la idea de progreso, es mera manipulación para perpetuar una forma de poder (egoísta, particular, e injusta). No se puede caer en la trampa del olvido.

Por suerte, frente a este afán por olvidar lo dicho, está Internet.  Tengo la esperanza, es más, estoy convencido, de que la consciencia del ciudadano español será consciente de esta situación y esto creará una nueva concepción de entender lo público y nuestra democracia -si esto ya no ha sucedido-. Debe ser un imperativo para cualquier agente público ser coherente y no entrar en contradicciones, porque de no ser así, la sospecha del engaño está más que justificada. A mi gente le digo: "leed, leed y leed, interesaos por vuestro presente y cómo hemos llegado hasta él, dar sustancia a la memoria para nos recuerde cómo no cometer los mismo errores una y otra vez". 

2 comentarios:

  1. Breve, conciso y directo. Me gusta.
    Desgraciadamente el olvido, sobre todo con la guerra civil, se ha vuelto la panacea para no entrar de nuevo en conflicto, en vez de hacer un análisis crítico lo más neutral posible de cual fue la situación.
    Es una pena por otra parte que se tenga que insistir todavía, después de todos los horrores del siglo XX en esto. Y lo peor es que no sirve de nada, porque parece, y digo sólo parece porque me niego a aceptarlo, que en el momento en que aparece una crisis por ejemplo, los extremismos cogen fuerza sin control, llegando a unos límites en los que repetir errores enormes sólo está a un paso. (Sólo hay que ver el caso de los nazis en Grecia)
    Con respecto a lo del progreso, aunque no te hayas detenido demasiado, para mí es un tema muy interesante, y creo que por suerte, la filosofía cada día opta más por desechar un progreso lineal hacia el infinito, sobre todo en algunas áreas.
    =)

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  2. Gracias Ana por tu comentario. Desde luego todo lo que dices lo comparto. Ese progreso hasta el infinito es como mucho un marco ideal al que deberíamos tender, pero esto es criticable y pretendo mostrar un sentido más laxo de lo que se puede entender por progreso (para injustificar ideologías dominantes en nuestra sociedad). Aun así, mi concepción de un progreso como no repetición de errores tiene una gran fuerza por un lado y una sospecha insalvable por detrás. No pretendo ser intelectualmente deshonesto.

    El acierto es pensar, que en nuestras vidas por lo general, hay un progreso. Un progreso que supone en cierta medida no cometer unos errores (respecto unos fines) continuamente. En los niños se ve muy claro, como poco a poco se amoldan a un mundo. Podemos hablar de que hay un progreso siempre, un progreso que será una degradación bioquímica hasta la muerte. La sospecha es preguntarse por esos intereses, por ese mundo, por su honestidad.

    La arguementación que pretendo mostrar es ver, como los que se definen de honestos y buenos, y promueven una forma de vida, SIEMPRE deben defender un conocimiento de errores, una memoria de actos que no se deben hacer. Aquí entramos en el juego de los olvidos de los olvidos, como en la novela 1984. Pero aún así, se ve claramente que defender un ocultamiento de la historía es tapar tu debilidad, y las debilidades es lo que nos hacen perecederos.

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