jueves, 13 de junio de 2013

¿Un pensamiento propio del sur?



Estos son mis anotaciones de la conferencia de: 

HISPANISMO FILOSÓFICO: FILOSOFÍAS DEL SUR

Al sur del Pensamiento: Mediterráneo y Latinidad.
Pedro Cerezo Galán.

Pedro Cerezo comienza con la metáfora de la navegación, muy frecuente a lo largo de la historia de la filosofía. Cita a Ortega y a Kant, señalando que este último relaciona esta metáfora con el intento de ir más allá de los límites de la razón. El navegante se sitúa en un medio líquido, con la posibilidad de tomar diferentes rumbos de viaje. Esta idea se relaciona con las diferentes rutas que puede tomar el pensador en su travesía del pensar. El tema central que articula toda la conferencia es hablar de la posibilidad de un pensamiento climático, es decir, de la posibilidad de que haya un pensamiento que se sitúa geográficamente, norte-sur, y que constituye dos tradiciones que parecen herméticas, pero que se han alimentado continuamente la una de la otra.

Ortega estudia la especificidad de la climatología mediterránea y en concreto de la tesitura española. Frente a una visión ingenua que caracterizar el arte español como puramente representativo, sin capacidad de transcender o ir más allá, Ortega ensalza esta preocupación por lo estético material, una posición materialista de la individualidad; son sus cosas mundanas lo que aman esas gentes de sur. No se trata de una posición estética inferior, sino que se trata de una elección por una sensibilidad que profesa una devoción por lo material. Es un desafío claro a lo suprasensible, en un pathos artístico por salvar las cosas. Esta visión mediterránea del arte ha sido llamada arte rupestre, en cambio este arte se enfrenta a un arte nórdico caracterizado por lo geométrico-matemático, que intenta ir más allá virtualizando los conceptos, esto se refleja en el mundo gótico. Aun así, lo característico de la latinidad, como es lo poético y retórico nunca se puede confundir o igualar, al pensamiento mediterráneo, sí es condición necesaria para su caracterización, pero no suficiente como pensaba equivocadamente Ortega, al no valorar suficientemente la influencia romana en la configuración de las filosofías del sur.

Se establece así una distinción entre la arquitectura gótica -nórdica- y la arquitectura románica. La primera responde a un idealismo alemán y la segunda a un realismo; así en las dos corrientes o climatologías, se establece una lucha entre una idea de normatividad por un lado y una búsqueda de la experiencia de la realidad por el otro. Frente a las cosas, en el caso del mediterráneo, se prefiere una sensación de las cosas, es decir, una postura que se encarna en una perpetua justificación del sensualismo, como señala los planteamientos de Maria Zambrano. Así, frente al proyecto de la modernidad, no podemos hablar de una antimodernidad, sino de un afán por buscar los espacios de significado en la religión y la poesía, espacios siempre dirigidos a la vida. Se mezcla la voluntad en un baile de impresiones y apariencias con una realidad palpitante que el hombre busca experimentar.

El sol de Nápoles dejó preñado a Nietzsche de mediterraniedad y desde ahí, parió a su Zaratustra. Esto se ve claro en sus concepto de voluntad de vivir, su concepción metafísica del saber y sin duda en su concepto de razón vital. Sin duda la razón vital es una postura ibérica, caracterizado por un valor objetivo dependiente de lo subjetivo y un servilismo de lo verdaderamente universal a la vida, frente al pathos del norte.

Las costa de Roma supone la forma de latinidad. No se puede negar que el alma del mediterráneo tiene alma latina, frente a la caracterización de Mendez Pelayo de Roma como una imitación bárbara de Grecia. Roma tiene una especificidad que suma aspectos novedosos a Grecia. Esta romanidad se puede entender en tres sentidos:
  • Roma en un primer lugar es la reinterpretación de dos focos externos, la tradición griega y la tradición de Jerusalén. La usan y la aceptan.
  • Otro elemento es la retórica estilística
  • Y por último el humanismo que se desprende de Séneca.

Desde lo mediterráneo nos encontramos un humanismo como una suma del lo hebreo y lo heleno encarnado en Pelayo, Erasmo o Vives. La cultura se funda en la gramática y la paideia en la literatura. Se establece dos rumbos de viaje (1) Cosa -> Idea -> Palabra (2) Palabra -> idea -> Cosa. Hay que elegir entre lo lógico (1) o lo poético (2). El humanismo evoluciona de lo lógico-ontoógico a lo neumático-hermenéutico, desde aquí se desprende el problema de la palabra y su existencia. No justifica un sistema sino que se eleva en la palabra. Revalorización del humanismo de Vives.

Un aspecto más a destacar es la retórica y la potencia simbólica, entre la diferencia entre lo germánico y lo latino. Por un lado el racionalismo busca lo innato y un estudio de la cultura del mundo, en cambio el latino apuesta por la historia, la hermenéutica y la palabra viva. Así, desde la latinidad, la filosofía se encuentra bajo la retórica y el orden de la praxis. Roma es un mundo de oradores, lo propio del orador es "hacerse cargo de las circunstancias". La clave reside en ampliar lo circunstancial hasta hacerlo humano. Baltasar Gracián en su obra Arte e Ingenio, señala una tipología de los diferentes modos en lo que se ha explorado el ingenio en busca de nuevos campos semánticos. Así se juntan Retórica y Dialéctica en la búsqueda de contextos prácticos, el dialogo es lo importante de la retórica.

El espíritu latino nos enseña que la discusión enseña y ejercita, pero esto está reprimido por lo geométrico-racional en nuestros días. Aun así, el carácter de lo misterioso que mueve el mundo como una mano oculta, nace en la palabra. Por ejemplo, en España Vives y Gracián encuentra un puente entre lo misterioso y la palabra, creando una filosofía de lo exterior con una raíz fuertemente simbólica. El lenguaje nos da la realidad como su carne. Esto se vuelve la meta en el siglo XX con Unamuno. Pensar es sentir: el lenguaje de la vida y la vida del lenguaje. Nuestra filosofía está desnuda en la literatura y la mística, el lenguaje y su gramática, y los actos en lo cotidiano . España es un país de pintores y escultores (lo material inmediato) y poetas (la palabra y lo retórico).

En conclusión, Mediterranismo y Latinidad son formas del clima sur del pensamiento, dentro de las diferentes navegaciones posibles. Estas formas son exclusivas y recurrentes, contrarias y complementarias. Pero a fin de cuentas, el centro de todo es el patrón del barco, el pensador que puede cambiar de rumbo, sólo su ser creativo se podrá convertir en una nueva experiencia de vida.

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