EXISTIR DUELE
En la Película: Dead
Poets Society dirigida
por
Peter
Weir un alumno improvisa lo siguiente:
La
verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos.
La
estiras, la extiendes y nunca es suficiente.
La
sacudes,le das patadas, pero no llega a cubrirnos.
Y
desde que llegamos llorando hasta que nos vamos muriendo
sólo
nos cubre la cara, mientras gemimos, lloramos y gritamos.
Schopenhauer
inscribiría estas palabras. La vida es un intento de cubrirnos con
una manta, una certeza, que nunca nos llega ni siquiera a cubrir por
completo. El dolor es la energía que mueve nuestro mundo y ninguna
verdad puede evitar ese dolor. A veces, nuestro rostro es tapado con
la mentira de que la vida tiene un sentido o que al menos no es tan
mala como parece1.
Schopenhauer niega esto, la vida es esencialmente dolor, el dolor a
nuestro pesar nunca desaparecerá, la energía ni se crea ni se
destruye, se trasforma y como energía de la animalidad es
indisociable de la misma existencia. En la humanidad toca sus cotas
más altas, provocando lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros.
El dolor es el tributo que tenemos que pagar al tiempo por nuestra
propia existencia, que muere constante cuando el presente se hace
pasado, y a cada paso renace como Ave Fénix en un mundo de
aleatoriedad y desdicha, uniendo la brevedad de cada instante con lo
incierto e indeterminado del futuro; como decía Heráclito: “vivir de muerte,
morir de vida”. Así la fragmentariedad de la existencia queda
delimitada por el espacio y el tiempo, mientras un mar tormentoso le
golpea una y otra vez desde cualquier ángulo.
Todo
ser humano es medible sustancialmente por el sufrimiento que carga,
ninguno carece de él por poco que sea y por más que nos empeñemos
en combatir lo inevitable, no hay límites para el sufrimiento,
llegando a extremos en los que la muerte es preferible a dicha carga,
sin olvidar que no hay sufrimiento que necesariamente nos lleve a las
puertas del suicidio. Podemos acabar con un dolor físico, mejorar
nuestras condiciones de vida, curar enfermedades, pero el dolor se
trasformará. Durante las últimas décadas hemos aumentado
generalmente la esperanza de vida, y el estado de bienestar han dado
un alivio a los sufrimiento que conllevaba la lucha por la
existencia. Pero, el aumento de la esperanza de vida han traído
nuevos males, nuevas enfermedades, nuevas patologías de nuestro
tiempo como son el aumento exponencial de la psicosis, el cáncer o
el mayor mal contra la individualidad posible: el alzhéimer.
La
vida es una balanza entre el dolor y el tedio, una balanza que
constantemente se desequilibra. El deseo mueve el hombre, y mientras
que la ciencia actual afirma que la felicidad se encuentra en ese
movimiento, Schopenhauer nos muestra como el deseo al ser alcanzado,
al ser satisfecho es insatisfacción misma. “Entre el querer y el
alcanzar discurre la vida”(p.371). El final del deseo como la vida
es nulo, no cabe otra cosa que dolor. Y mientras que el infierno es
doloroso, la sobreadaptación en la vida es aburriendo, el paraíso
es sufrimiento, un sufrimiento que no hay que minusvalorar. El
aburrimiento, el solipsismo al que está sometido el individuo abre
camino a la socialización. “El deseo y la satisfacción no se
sucedan en un intervalo demasiado corto ni demasiado largo disminuye
el grado mínimo el sufrimiento que ambos producen y constituye el
curso vital más feliz”2(p.371).
Schopenhauer
habla de la vida en sentido hobbesiano,
una lucha de todos contra todos, y añado, también una lucha de uno contra
todo lo demás, la dureza de la existencia, el sufrimiento, la
desdicha, la rivalidad...Pero, ¿qué motiva ese interés por la
existencia? Schopenhauer conocedor de las ciencias de su tiempo
responde con argumentos biológicos. El cuerpo es la forma más
perfecta de voluntad objetivada, la voluntad se manifiesta como
cuerpo vivo imponiendo dos imperativos; (1) la autoconservación y
(2) la propagación de la especie. “La vida de la mayoría
no es más que una perpetua lucha por la existencia misma, con la
certeza que al final perderán”, pero dentro de esta lucha por la
existencia, la incertidumbre es compañera de juego de todos.
¿No
hay alternativa a tanto dolor?¿Estamos condenados al sufrimiento
total y continuo inevitablemente? Hace falta hablar aun de la
minoría. Dice Schopenhauer: “Solamente tomando algo prestado del
futuro podía el dolor o la alegría incrementarse de forma tan
anómala y, por lo tanto, no duradera.”3
La vía estética es la única que nos abre momentáneamente el
camino hacía la alergia, que nos trasforma en espectador -carácter
barroco- de la vida. La exageración del ánimo -tanto para bien como
para mal- nos llega cuando la propia vida nos sorprende y nos vuelve
a introducir en el mismo bucle de insatisfacción. La impasibilidad
ante lo bueno y lo malo, la inquebrantable serenidad, es lo que nos
salva. Schopenhauer realza los valores estoicos a la hora de afrontar
al vida y la muerte. Ataca frontalmente la actitud generaliza de
culpar siempre a un agente exterior de nuestro sufrimiento4,
en nuestro interior está la fuente de todo dolor y con la suficiente
capacidad intelectual5
nos daremos cuenta que si nos culpamos a nosotros mismos de nuestro
dolor, “nos enemistamos con nuestro destino pero a cambio nos
reconciliamos con nuestra existencia al alejarse de nuevo el
conocimiento de que el sufrimiento es esencial a esa existencia misma
y la verdadera satisfacción es imposible. La consecuencia […] es
soportar un único y gran dolor” que no es otro que lo trágico de
nuestra vida.
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1Se
podía debatir si la misma condición humana no está ligada a un
intento de aliviar el dolor de la existencia autoengañandose de la
positividad o el sentido bueno de la vida. De esta forma se puede
entender como la función tradicional de las religiones, que más
tarde se racionalizaría y sistematizaría en los intentos de darle
un sentido a la vida y al mundo racionalmente como los de Leibniz o
Hegel. Con el gran fracaso de Hegel, y las críticas duras a la
religión por los maestros de la sospecha, ¿cómo afrontamos la
tragedia de la vida?.
2Cabe
reflexionar si unos de los grades males de nuestro tiempo es ese
afán consumista, hambriento, devorador que intenta poseerlo todo de
forma rápida y ostentosa que la fábrica de los deseos -la
publicidad- nos facilita.
3Se
podría pensar que la creen en algo mejor en el futuro podría
también satisfacer lo que afirma aquí Shopenhauer. ¿La religiones
de salvación dan un alivio al dolor de la existencia aunque sea
momentáneo? Es curioso como la ciencia actual, ha demostrado que
somos felices justamente antes de que consigamos el objeto deseado y
que de cierta forma también lo sugiere aquí Shopenhauer. Punset
afirma que ·la felicidad se encuentra en la antesala de la
felicidad”, es decir, el tener la creencia de que conseguir esto o
aquello -tener deseo de- me hará feliz y una vez conseguido se
disuelve, ¿Es el ser humano “ser de esperanza de felicidad”?.
4Sería
conveniente preguntase si el buscar un chivo expiatorio a todos
nuestros males no es una forma de mantener nuestra salud mental y
por tanto una vía para aliviar la carga de la existencia. El
sentimiento de culpa se puede hacer muy grande pero Shopenhauer
afirma que todo sufrimiento emana de uno mismo por tanto es algo
constituye del ser humano, la culpa de su existencia con el que
todos tenemos que cargar.
5Posiblemente
aquí esté la clave para no caracterizar a Shopenhauer como
irracional. El intelecto es una virtud ética, en la medida que nos
ayuda a entender mejor la vida y por tanto a vivirla mejor, es un
intento que solamente en momentos puntualizados y contextualizados
la razón superará -o al menos igualará- a la voluntad.
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