Estos son mis anotaciones de la conferencia de:
HISPANISMO
FILOSÓFICO: FILOSOFÍAS DEL SUR
Al
sur del Pensamiento: Mediterráneo y Latinidad.
Pedro
Cerezo Galán.
Pedro Cerezo
comienza con la metáfora de la navegación, muy frecuente a lo largo
de la historia de la filosofía. Cita a Ortega y a Kant, señalando
que este último relaciona esta metáfora con el intento de ir más
allá de los límites de la razón. El navegante se sitúa en un
medio líquido, con la posibilidad de tomar diferentes rumbos de
viaje. Esta idea se relaciona con las diferentes rutas que puede
tomar el pensador en su travesía del pensar. El tema central que
articula toda la conferencia es hablar de la posibilidad de un
pensamiento climático, es decir, de la posibilidad de que haya un
pensamiento que se sitúa geográficamente, norte-sur, y que
constituye dos tradiciones que parecen herméticas, pero que se han
alimentado continuamente la una de la otra.
Ortega
estudia la especificidad de la climatología mediterránea y en
concreto de la tesitura española. Frente a una visión ingenua que
caracterizar el arte español como puramente representativo, sin
capacidad de transcender o ir más allá, Ortega ensalza esta
preocupación por lo estético material, una posición materialista
de la individualidad; son sus cosas mundanas lo que aman esas gentes
de sur. No se trata de una posición estética inferior, sino que se
trata de una elección por una sensibilidad que profesa una devoción
por lo material. Es un desafío claro a lo suprasensible, en un
pathos artístico por salvar las cosas. Esta visión
mediterránea del arte ha sido llamada arte rupestre, en cambio este
arte se enfrenta a un arte nórdico caracterizado por lo
geométrico-matemático, que intenta ir más allá virtualizando los
conceptos, esto se refleja en el mundo gótico. Aun así, lo
característico de la latinidad, como es lo poético y retórico
nunca se puede confundir o igualar, al pensamiento mediterráneo, sí
es condición necesaria para su caracterización, pero no suficiente
como pensaba equivocadamente Ortega, al no valorar suficientemente la
influencia romana en la configuración de las filosofías del sur.
Se establece
así una distinción entre la arquitectura gótica -nórdica- y la
arquitectura románica. La primera responde a un idealismo alemán y
la segunda a un realismo; así en las dos corrientes o climatologías,
se establece una lucha entre una idea de normatividad por un lado y
una búsqueda de la experiencia de la realidad por el otro. Frente a
las cosas, en el caso del mediterráneo, se prefiere una sensación
de las cosas, es decir, una postura que se encarna en una perpetua
justificación del sensualismo, como señala los planteamientos de
Maria Zambrano. Así, frente al proyecto de la modernidad, no podemos
hablar de una antimodernidad, sino de un afán por buscar los
espacios de significado en la religión y la poesía, espacios
siempre dirigidos a la vida. Se mezcla la voluntad en un baile de
impresiones y apariencias con una realidad palpitante que el hombre
busca experimentar.
El sol de
Nápoles dejó preñado a Nietzsche de mediterraniedad y desde ahí,
parió a su Zaratustra. Esto se ve claro en sus concepto de voluntad
de vivir, su concepción metafísica del saber y sin duda en su
concepto de razón vital. Sin duda la razón vital es una postura
ibérica, caracterizado por un valor objetivo dependiente de lo
subjetivo y un servilismo de lo verdaderamente universal a la vida,
frente al pathos del norte.
Las costa de
Roma supone la forma de latinidad. No se puede negar que el alma del
mediterráneo tiene alma latina, frente a la caracterización de
Mendez Pelayo de Roma como una imitación bárbara de Grecia. Roma
tiene una especificidad que suma aspectos novedosos a Grecia. Esta
romanidad se puede entender en tres sentidos:
- Roma en un primer lugar es la reinterpretación de dos focos externos, la tradición griega y la tradición de Jerusalén. La usan y la aceptan.
- Otro elemento es la retórica estilística
- Y por último el humanismo que se desprende de Séneca.
Desde lo
mediterráneo nos encontramos un humanismo como una suma del lo
hebreo y lo heleno encarnado en Pelayo, Erasmo o Vives. La cultura
se funda en la gramática y la paideia en la literatura. Se
establece dos rumbos de viaje (1) Cosa -> Idea -> Palabra (2)
Palabra -> idea -> Cosa. Hay que elegir entre lo lógico (1) o
lo poético (2). El humanismo evoluciona de lo lógico-ontoógico a
lo neumático-hermenéutico, desde aquí se desprende el problema de
la palabra y su existencia. No justifica un sistema sino que se eleva
en la palabra. Revalorización del humanismo de Vives.
Un aspecto
más a destacar es la retórica y la potencia simbólica, entre la
diferencia entre lo germánico y lo latino. Por un lado el
racionalismo busca lo innato y un estudio de la cultura del mundo, en
cambio el latino apuesta por la historia, la hermenéutica y la
palabra viva. Así, desde la latinidad, la filosofía se encuentra
bajo la retórica y el orden de la praxis. Roma es un mundo de
oradores, lo propio del orador es "hacerse cargo de las
circunstancias". La clave reside en ampliar lo circunstancial
hasta hacerlo humano. Baltasar Gracián en su obra Arte e Ingenio,
señala una tipología de los diferentes modos en lo que se ha
explorado el ingenio en busca de nuevos campos semánticos. Así se
juntan Retórica y Dialéctica en la búsqueda de contextos
prácticos, el dialogo es lo importante de la retórica.
El espíritu
latino nos enseña que la discusión enseña y ejercita, pero esto
está reprimido por lo geométrico-racional en nuestros días. Aun
así, el carácter de lo misterioso que mueve el mundo como una mano
oculta, nace en la palabra. Por ejemplo, en España Vives y Gracián
encuentra un puente entre lo misterioso y la palabra, creando una
filosofía de lo exterior con una raíz fuertemente simbólica. El
lenguaje nos da la realidad como su carne. Esto se vuelve la meta en
el siglo XX con Unamuno. Pensar es sentir: el lenguaje de la vida y
la vida del lenguaje. Nuestra filosofía está desnuda en la
literatura y la mística, el lenguaje y su gramática, y los actos en
lo cotidiano . España es un país de pintores y escultores (lo
material inmediato) y poetas (la palabra y lo retórico).
En
conclusión, Mediterranismo y Latinidad son formas del clima sur del
pensamiento, dentro de las diferentes navegaciones posibles. Estas
formas son exclusivas y recurrentes, contrarias y complementarias.
Pero a fin de cuentas, el centro de todo es el patrón del barco, el
pensador que puede cambiar de rumbo, sólo su ser creativo se podrá
convertir en una nueva experiencia de vida.
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