Esta divagación dudará lo que tarde el
café en enfriarse. Muchas veces en mi vida he tenido la necesidad de
crear y crear, y todo se ha reducido a pensar que tengo la necesidad
de producir algo. Durante muchos años he coqueteado con diferentes
modos, técnicas o gremios. Desde la pintura, la música, la
literatura o incluso la danza. Tengo que reconocer que soy realmente
mediocre en todo y también, todo hay que decirlo, indisciplinado
(por no decir vago). La gente que destaca en algo suele dedicarse a
algo con pasión, el problema es que mi pasión equivale a novedad.
No sé si en un ejercicio de autocrítica o de autoengaño he llegado
una serie de medias verdades que de cierta manera no me dejaba andar
al ritmo que quiero. Deseamos decir mucho, y lo decimos, ¿pero quién
escucha?
Este blog nació desde
el aburrimiento y ese intento juvenil de llamar la atención. El
blog, siempre me resultó una forma de conseguir aplausos para
calentar mi ego y mi necesidad de reconocimiento. Otra muchas veces
el blog fue víctima de mi ineptitud emocional y fue tatuado con el
patetismo de mis sentimientos, ¿qué sería el mundo sin poetas con
mal de amores? Entre intentos de grandilocuencia y cantos de
desesperación he dejado en este blog más de lo que desearía.
Realmente no sé si escribo junto a este café para conseguir un
último gran aplauso o para llamar la atención de lo rápido que
cambia la vida. Todo cambio es cambio circunstancial, y el camino que
empezó ya hace algo más de cinco años en Armilla, justamente antes
de empezar la universidad, acaba con este último café ya
destemplado.
Mucha gente a lo largo
de mi vida me ha dicho que escribo bien, que tengo buenas ideas, que
incluso soy una gran persona; sin duda se lo agradezco, pero no son
conscientes de mis dificultades con el lenguaje, y mi incapacidad de
soportarme. Hoy día soy bastante escéptico al respecto. Mi mayor
problema siempre he sido yo mismo, y responder a la pregunta "¿quién
soy?" un asunto que siempre he marcado como prioritario.
Sinceramente no lo sé, lo único que me motiva es seguir
preguntándomelo. Ser conscientes del problema nunca es solucionar el
problema, es algo que olvido con facilidad.
El camino no ha sido en
balde, y aunque sigo siendo ingenuo como hace cinco años en Armilla,
mi ingenuidad es diferente, el camino siempre cuenta. Mi ingenuidad,
como mi insignificancia, como contingencia, como mi necesidad de ser
diferente. Hay que saber diferenciar lo original, de lo auténtico.
Desde esa búsqueda del aplauso y la condescendencia que me ha
caracterizado, he intentado ser siempre original, diferente, único...
Pero ese camino está lleno de deshonestidad, ilusión y utópica. En
cambio, sí debo ser auténtico y ser consecuentemente conmigo mismo
y dejar que una parte de mi muera.
Hay que saber dejar morir las cosas porque si no, no dejamos crecer
cosas nuevas en nosotros. No sé si seré capaz de dejar de hacer lo
que aquí he hecho, lo que sé es que lo caminaré por sendas
diferentes. Y aunque pensar demasiado pueda ser un mal vicio, y
afirmar que este blog soy yo, hay que reconocer que es algo
totalmente falso, este blog son muchas personas.
-Mama, he crecido; vuelvo a ser un niño. |
Para
empezar son mi padre y mi madre, que en cinco años han pasado de
enfrentarse a mi locura a aceptarla y quizás pronto a confiarla.
También son mis hermanos mayores, que han puesto todo su empeño en
que opte por el camino fácil, pero que aun siendo un incauto nunca
lo acepté, son ellos sin duda los que lo han hecho fácil y lo
siguen haciendo. A mis hermanos pequeños por quererme que no es
tarea fácil. Son cinco maestros: Antonio Javier Tamajón Flores,
Francisco Javier Lopéz de Gracia, Juan Francisco Casanova, Ángela
Agudelo Piedrahita y (del que más tengo) Antonio Arévalo Santos,
cada uno a su manera. Como aquí están todos invitados nunca podré
dejarme a: Gustavo, Araceli, Marina, Sandra, Luna, Pilar, Nieves,
Amalia, Natalia, Javier, Taha, Alan, Gabriel o Cornelia (que nunca me
perdonen los que faltan) porque hay más de ellos de lo que
imaginarían. Tampoco puedo dejar atrás a Granada, Pozoblanco o
Bogota; la
filosofía,
las madrugadas o el olor a café. Esto es lo que fui, lo que sea está
por caminar.
En
el futuro, Divagaciones de un Desconocido será una anécdota en mi
vida, pero de tanto contar las mismas historias acabaré creyéndome
mis propias mentiras. Todo empieza y acaba con el autoengaño y
aunque esto suene a despedida, es más bien un espectáculo (que solo
me importa a mí mismo) para conseguir el gran aplauso final: el
mio.
Y
como el café ha terminado, sólo puedo decir una cosa: gracias por
estar siempre aquí.
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