martes, 12 de enero de 2010

Y abristes una caja y...


...Aveces, descubrimos lo que nunca quisimos encontrar, nos miramos al espejo y no nos reconocemos, el destino ha sido caprichoso, demasiado caprichoso. La luz nos destroza la vida como un torrente de desconsuelo, que nos separa el alma en fragmentos minúsculos que el viento, con ligereza, esparce por toda la maraña de sueños. Mientras los granos de arena caen, en una lápida de opio, tequila, y desilusiones amargas, golpea fuerte los impulsos descontrolados. El mundo quiere dar más vueltas que nuestra visión, y se afana, en fundir los barrotes de nuestro equilibrio vital.
¿Por qué seguir? Porque todavía no ha acabado el juego, aunque no tengamos ventaja de fichas, todavía podemos mover pieza, y quién sabe, puede que algún día acabemos ganando, de forma caprichosa, como el destino...

Para los corazones rotos, que deambulan bajo la lluvia de invierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario